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"Children's Prayer", de Darkmello |
De buenas a primeras, pensar en un posible miedo a la Fantasía parece extraño o, cuando menos, obsoleto. Pocas cosas parecen estar más en boga hoy en día —y desde distintas disciplinas, además— que uno de sus aspectos esenciales: el poder de la imaginación para construir mundos que permitan reconsiderar nuestra propia realidad. Sin embargo, aun cuando el discurso al respecto suela ser positivo, su superficialidad sólo consigue hacer más evidente una mirada bastante más cerrada de otros aspectos no menos relevantes para la Fantasía, llegando incluso a censurarlos, anularlos o ridiculizarlos. En esta serie de columnas breves me dedicaré a analizar algunos, intentando encontrar respuestas al rechazo que muchas personas parecen dedicarles.
En esta oportunidad, empezaremos con una pregunta bastante explícita: ¿se han dado cuenta de los anticuerpos que en la sociedad generan expresiones positivas o esperanzadoras en torno a la humanidad? Nos encontramos de pronto revisando nuestros propios discursos, a ver si no se nos ha escapado una palabra cursi o intelectual o políticamente incorrecta como corazón, amor, espiritualidad o ética. Basta con que nombres alguna de ellas para que se incrementen las posibilidades de que alguien te tache de moralista, amante de la autoayuda, canuto, fundamentalista o,(incluso) imbécil, aunque las emplees en un discurso claro, coherente y bien argumentado.