lunes, 28 de julio de 2014

Apuntes de edición en Fantasía, por Sebastián Garrido

"Old School", de TheJeffster
En esta serie de lúdicas notas personales, Sebastián Garrido* nos comparte su experiencia y conocimientos como lector y editor de Fantasía en Chile. En ellas, abordará aspectos como la vía usual de creación y publicación de obras fantásticas en nuestro país y la dificultad para delimitar el concepto de Fantasía en un contexto editorial ahogado por el marketing y la poco rigurosidad académica y teórica.

De papiros y artilugios

Estas son unas breves notas, incluso digresiones, provenientes de mi experiencia en la evaluación y edición de obras de Fantasía. Las releí e intenté ordenarlas sin la intención de guiar, sino más bien de compartir ideas y discutir prejuicios que rondan en la creación, edición y publicación de novelas de esta estética. Son muchos los puntos de controversia, desde la asimilación del género a las letras nacionales hasta la posibilidad —o imposibilidad— de aplicar nociones provenientes de la academia en la edición y difusión de una obra catalogada —correcta o incorrectamente— como de Fantasía.



La fantasía de publicar Fantasía

La recepcionista recibe un original y llama a uno de los editores. En el título, antetítulo o subtítulo aparecen palabras como “leyendas”, “memorias”, “crónicas” o “saga”. El editor lo mira con reticencia. Deja reposar el texto un par de días sobre el escritorio y luego, lápiz rojo en mano, pasa a la primera página. Mientras lee el epígrafe de un autor inglés, piensa que con suerte tendrá en sus manos la materia prima para un best-seller. Veinte páginas y la trama queda clara: algún personaje perteneciente a un cuento de hadas, relato tradicional, leyenda chilena o mito americano emprende el viaje del héroe desde el desierto hacia el polo, o desde una isla sureña hacia el norte. La narración recuerda a Tolkien, pero el desarrollo es más bien similar a la narrativa de las películas de Peter Jackson. El editor deja hasta ahí la lectura y archiva el original junto a otros similares, a la espera de que se los lleven a bodega para transformarlos en miles de tiras de papel.

Mientras tanto, el autor tuitea que su obra está próxima a ser publicada y postea en su blog un preview, que incluye diseños de personajes realizados por un prometedor dibujante. Alguien incluso comenta que podría ser adaptada al cine y que de seguro sería un éxito.

Al pasar tres ansiosos meses, el autor escribe a la editorial y recibe a los pocos días una cordial declinación mediante una carta tipo. Entonces, motivado por la decepción, escribe de nuevo al editor pidiendo firmemente que le entreguen una evaluación formal de su obra. No obtiene respuesta. Insiste y obtiene el mismo resultado.

Un joven escritor, amigo de Facebook, le dice que vaya a otra editorial, más pequeña, pero muy interesada en publicar a jóvenes —y no tan jóvenes— autores de Fantasía. Le da el mail de contacto y, tras enviar un primer correo, recibe respuesta al día siguiente, en la que se lo invita a una reunión. Lo reciben con un cálido abrazo y una taza de Nescafé. El nuevo editor recibe el manuscrito y sopesa con una sonrisa la copiosa cantidad de páginas. Ni siquiera lee el epígrafe cuando anuncia que le interesa mucho publicarlo, que es un autor interesante, que su propuesta es sólida, que se valora que tenga más de 300 seguidores en Twitter… y que le publica la obra siempre y cuando asuma la mitad de los gastos de publicación y le asegure una venta de 200 ejemplares en el lanzamiento.

El trato se cierra cuando el autor confirma que un familiar tiene un crédito disponible en su banco. Sigue a ello la firma de un contrato que, por la emoción, apenas lee. Segundos después del apretón de manos con su editor, a los contactos en Linkedin del autor les llega la notificación para que lo feliciten por su nuevo puesto como “escritor en una editorial pequeña pero cumplidora”.

La Fantasía, lo fantástico, lo maravilloso, lo legendario, el fantasy y la confusión

Para un editor de formación estructuralista y cuyo principal conocimiento sobre la literatura fantástica proviene de un libro escrito por un teórico franco-búlgaro en 1970, puede resultar difícil editar un libro de Fantasía, más aún considerando el amplio espectro de variaciones que tiene el género en la actualidad. En efecto, lo más seguro es que sus referentes inmediatos, de tenerlos, serán J. R. R. Tolkien y C. S. Lewis. Recordará a El Mago de Oz y a Los viajes de Gulliver u otras obras clásicas, pero probablemente no piense en La gente del círculo negro o en La maldición de la espada negra. Es posible también que no revise obras como Una princesa de Marte y El mundo de Rocannon ya que, por su título, obviamente son ciencia ficción. ¿Y Dragonlance? ¿Acaso ese no es un juego de rol?

Con suerte, el editor comenzará a investigar y a documentarse, a consultar con autores amigos y recibir recomendaciones de cuentos y novelas. Sobre teoría, en español, muy poco o nada. Así llega a Pratchett y Gaiman, a Pullman, Collins y otros tantos autores que escriben obras disímiles y que confunden más al desorientado editor. Y viene la avalancha de preguntas: ¿qué es Fantasía?, ¿cuáles son los aspectos diferenciadores con lo fantástico? Intuye que la magia no basta, que lo sobrenatural no es relevante, que el mundo secundario debe tener unas normas específicas en su construcción. Sin embargo, tiene más sospechas que certezas.

Mientras, en su escritorio, una obra que no está seguro como clasificar espera que tome una decisión. 

Ante la duda, en vez de abstenerse, busca ayuda en el departamento de marketing y recibe algunas ideas para la difusión y promoción: le sugieren que busque el género de moda y lo haga calzar en él de alguna forma y que aplique el recurso “novela de corte” en la catalogación del producto. Entonces, en la reseña para prensa y librerías, la obra será presentada como “de corte fantástico”, “enmarcada en la fantasía”, “nueva exponente de la épica fantástica”, “que dialoga con la fantasía urbana”. Gato por liebre.

¿Y quién es el responsable? Podría ser la academia, por su nula preocupación en el género desde la perspectiva hispánica; quizás las escasas traducciones de los textos que abordan la Fantasía, ya sea desde una perspectiva descriptiva o proveniente de la experiencia de una autor; o el marketing editorial, que poco indaga en la clasificación o labeling de sus productos. 

Quizás, como es usual, el editor deba ponerle el pecho a esa bala perdida.

Escribir antes de definir

Durante el proceso creativo, el escritor no debería preocuparse si su obra posee las características para ser incorporada dentro de algún género o si la estructura del universo creado responde a las exigencias de un canon literario. Lamentablemente, son muchos los autores que se predisponen a un género o a la estética de determinado autor al momento de escribir. Pareciera que su mente deja fluir una caótica serie de referentes, autores, obras, personajes o lugares, demasiado estereotipados y reconocibles como constitutivos de la “poética” de narrativas previas. 

No es esta una postura en contra de la influencia, siempre y cuando se encauce en un diálogo y no en una reproducción. El lector puede deleitarse al descubrir en un texto guiños a otros autores y otras creaciones, pero también puede sentirse defraudado cuando este no ofrece alguna innovación a los referentes citados. El lector no busca al próximo Tolkien, sino más bien cómo la poética de este autor es el primer peldaño que impulsa una nueva creación.

(Casi) Todos los caminos llevan a Ankh-Morpork

Los mapas de los territorios de la Fantasía delimitan estados de ánimo o etapas en la formación del héroe, pero también son tableros que circunscriben el alcance del juego y de la lectura-viaje por el mundo secundario. Desde la Tierra Media, pasando por Narnia, Mundodisco, Hiperborea, incluso el Barsoom de Howard, existen caminos que, bien escrutados, determinan otras lecturas de la Fantasía. Hay escritores que reconocen estos senderos y ponen en sus propias obras anuncios que indican el camino hacia ellos, pero en realidad lo que están haciendo es presentarte lugares conocidos con otros nombres, con los mismos ciudadanos y la misma estructura, pero supuestamente en otro juego. 

Algunos los descubren de inmediato, otros se internan en esta nueva geografía pensando que han llegado a un nuevo territorio, pero siguen estando en la misma biblioteca. 

Pero quizás no es este un asunto del territorio, sino de quien lo lee. 

El oro de Smaug

El dragón viene de tierras lejanas, con un hambre centenaria de conquista e imperio, así que no le hables de Fantasía. A él solo le importa el oro, que no se lo arrebaten y que, al contrario, aumente en sus arcas. No le digas que escribes desde tu propia perspectiva del género, o que has aprendido de los grandes referentes. Eso no le interesa. Le importa el oro, que cada página impresa sea dinero contante y sonante entre sus fauces.

Tienes que ser más astuto que el dragón, loarlo y endulzarle el oído. Dile que tienes alcurnia, aunque sea en parentescos lejanos, que habrá heraldos que anuncien y difundan tu obra y la traduzcan en ventas. 

Dile que estás dispuesto a viajar a lugares distantes y repartir sonrisas, que también serán transformadas en monedas de oro. 

Así podrás interesarlo. Si acepta cobijar tus letras por los próximos cinco años, él te dirá que eres su patrimonio, su tesoro más preciado; pero tienes que ser más astuto que el dragón y reconocer la falsedad de sus encantos, que todo terminará cuando dejen de sonar las monedas y tus páginas salgan del catálogo para ser vendidas como saldos o acaben en la trituradora, junto con los originales no publicados.

Maleus Maleficarum

Siempre ten presente que lo importante es la obra, pero nunca dejes de lado a quienes te acompañan en el viaje. Aunque te lo exijan, siempre vela porque quienes trabajan contigo sean respetados, desde quien edita hasta quienes diseñan, corrigen e ilustran la página. A veces es difícil escuchar los conjuros, porque los dicen entre dientes y a tus espaldas. Nunca sabes de dónde vendrá la puñalada ni los argumentos que utilizarán para sacarte del camino. Aunque haya hierro y caídas, sigue adelante. Y si aparece una muralla, recuerda que es más fácil rodearla que tratar de demolerla a cabezazos.

Todo fruto tiene su tiempo

De regreso a “La fantasía de publicar Fantasía”, se aplica un viejo lema que los enólogos conocen muy bien y tiene que ver tanto con la maduración de la obra como con el estilo y poética del escritor. En otras palabras, hay gente a la que le gusta el jugo de uva y a otra a la que le gusta el vino. Y a veces también falta que los catadores y sommeliers acostumbren el paladar al sabor a las nuevas cepas y ensamblajes. Es cuestión de tiempo.

Y no hay cambio ni crecimiento sin su cuota de frustración. Ante ella, el autor tiene el deber de dar un paso adelante y replantear, reinventar, reformular y reescribir. Porque ante la decepción y el rechazo solo queda un camino: explorar nuevos territorios, códigos, estéticas e ideologías. Beber de otras fuentes y consolidar la voz propia, sobre los hombros de gigantes.



* Sebastián Garrido es profesor y editor. Ha trabajado como docente en variados cursos y asignaturas académicas relacionadas con la literatura fantástica; como editor, se ha desempañado laboralmente en diversas editoriales transnacionales. Actualmente es editor de Piedrangular, especializada en novela gráfica.


1 comentario:

  1. ESTIMADOS HERMANOS:
    Solicito a las bandas de secuestradores una tregua por mi altruismo con la paz del mundo porque los tales defienden a mis calumniadores para dividir al pueblo de Guatemala en mi contra debido a que soy la encarnacion divina de los Dioses mayas como tambien de los Dioses paganos y cristianos del mundo y de los extraterrestres del cosmos. La religion es la clave de la union popular y hasta delictiva de las organizaciones criminales que yo asumo por omision porque soy la encarnacion divina de la mayoría de los Dioses del mundo aborigen. Solicito de que comuniquen sobre mi altruismo a la organizacion mundial de las bandas de secuestradores para que realicen una supervision previal de mi liderazgo mundial de mis clanes aborigenes como tambien de los delincuentes (narcos y mareros) que ministro. Deseo incluirme como miembro secuestrador del grupo G 400 y del grupo 11 de MARTHA COLMENARES como tambien solicito ordenarme como ministro de MARTHA COLMENARES sobre el grupo 11 y sobre el grupo G 400. Lamentablemente mis secuestradores fueron negligentes conmigo al plagiarme emotivamente, que por los tales, tuve que concederme el caso judicial Vinicio quien defiende a los clanes aborigenes del mundo y la paz mundial de los países bélicos de la tercera guerra mundial como tambien de la delincuencia con el fin de indultar a los casos judiciales Colmenares, Siekavizza, Rosenberg y Musa por mi causa (perdonan a los plagiarios de tales casos por mi caso judicial de paz mundial).

    Atentamente:
    Jorge Vinicio Santos Gonzalez,
    Documento de identificacion personal:
    1999-01058-0101 Guatemala,
    Cédula de Vecindad:
    ORDEN: A-1, REGISTRO: 825,466,
    Ciudadano de Guatemala de la América Central.

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